05. Indígenas de Tierra Dentro

Dicen que fue cárcel de mujeres. Ahora es un jardín donde los recién casados celebran el amor delante de las cámaras digitales que todo lo guardan y todo lo almacenan. Es La Galera. La Munia. El Jardín soberbio. La casa vespertina donde Al Mutawakil, o como se escriba, celebraba también el amor y la poesía, y donde el murmullo del agua de las fuentes convertía a este lugar en lo más parecido al paraíso que uno pudiera imaginar.

Al Mutawakil, o como se escriba, fue rey y amante de la poesía. Y así le fue, y así nos fue a todos. Porque lo que él perdió, lo perdimos también nosotros. Detrás de él llegó la barbarie y la falta de glamour, y el desprecio por los versos encadenados.

La Lusipedia propone en este rincón de inadaptados un diario de los indígenas de tierra dentro. Y Al Mutawakil, o como se escriba, no está sólo.

Geraldo Sem Pavor era, dicen, un bruto, pero da nombre a la plaza más hermosa de Évora, al lugar por el que todos pasan y todos quedan antes de ir al teatro García de Rezende, o a misa de 10 a la santa y robusta catedral seo.

Este Geraldo tuvo en jaque a los de la cruz y a los de la media luna. Con todos hizo negocio y de todos sacó provecho. Pero algo de él queda en nosotros. Lusitania era toda ella Geraldo. Hoy era Évora, sí, pero mañana era Cáceres o Castelo Branco.

Ibn Marwan, o como se escriba, fundó una ciudad. Era otro pájaro. Pero sin su vuelo La Galera no existiría, ni la Plaza Alta, ni las casas Art Decó. Y no existiría la joya de San Mamede, Marvâo, cuyo nombre de tan sólo airearlo invoca a las palomas, y al propio amor, y al silencio y a las casas blancas. Cuántos indígenas habrán pisado sus piedras y sus calles, camino del castelo para contemplar el atardecer, porque aquí uno encuentra el auténtico atardecer lusitano.

Jeromín es el indígena del norte. Su casa eran los bancales de La Vera y las paredes austeras de Yuste. Nada de aventuras, nada de riesgo. Alguna alegría pasajera y mucha, mucha, tierra dentro.

Y Viriato. Viriato somos todos, porque Viriato nació en todos los pueblos y en todas las aldeas de la Serra da Estrela abajo. Todos se lo rifan y todos quieren hacerlo suyo. ¿Qué tendrá? Lo que tiene, lo que esconde, es, probablemente, lo que pudimos ser.