0. So campana

Según cuentan los señores de los libros habría que viajar hasta oriente para encontrar rastros históricos de sus ecos místicos. En la otra Mesopotamia, la de la seda, las campanas ondeaban ya banderas del poder que todo lo crea. Por estar suspendida, la campana participa del espíritu de los objetos colgados entre el cielo y la tierra, y por su forma abovedada nos recuerda al cielo. Esto es al menos lo que cuenta de ella J. E. Cirlot en su Diccionario de símbolos.

Dicen que esta Mesopotamia del oeste o es tierra de campanas o no es, y que más allá del agua y de los puentes, las campanas marcan el reloj de la vida y el camino de la muerte, y que su llamada va cosiendo lazos y tejiendo una cadena invisible que, desde los lienzos del castelo de Estremoz, se eleva hasta las montañas del Reino de Gata, y se crece y se alarga en eslabones que concluyen en la espadaña del Ara, allá en las tierras de Jayón. Y cuentan que bajo su protección y bajo su manto azul, la gente que habita entre ríos va escribiendo el libro de los trabajos y los días, y que si la campana tañe violenta es hora de apagar el fuego de los bosques de La Campiña. Si su sonido se torna solemne, pausado, es tiempo para el luto, y para ascender las cuestas de Segura de León camino del velatorio.

Si Portalegre está de fiestas y de ranchos, las campanas cantarán felices y sin compás. Si es la hora del Ángelus, las torres de Jerez se vestirán del sol del mediodía, y las monjas dejarán la cocina y los dulces y empeñarán el cielo. Si marca la media noche, cerrarán las cancelas y las calles de Monsaraz serán casa de espíritus y pantarujas, y en Deleitosa ladrarán los perros.

Si amanece, la campana será un gallo en las callejuelas empinadas de Pasarón y en las tiendas de Castelo de Vide, y si el viento la acuna y la hace sonar, es la hora de vivir un minuto la soledad que se mece en Trevejo, o de perseguir los ecos que viajan sueltos por el aljibe de Marvâo.

Y es que la llamada de las campanas construye un territorio, lo marca y lo convoca. Y dibuja provincias en el aire de Albalat y en las parroquias alentejanas.
Y como sus fronteras son azules, ellas nos dejan estar a su abrigo. So campana.